Se ha desvelado - de crepusculo
Poema publicado el 28 de Agosto de 2011
Se ha desvelado la luna en un equinoccio y
la tierra confundida
entregó su sonrisa a los astros amantes
e irrumpió en ti como un diamante,
la piedra respiró
el acua-viva mágica en estanque/
Estremecido bajo tus pies,
el sol paseó el Ecuador/
El peñasco tocó su cima impotente, y
dejó las cicatrices de la antigua roca/
La negra tierra entregó sus escalas
a tu dulzura de almíbar condecorada,
con el verde cerillo de las cosechas encendido
y el negro de bruma encantado,
se desplegó por tu pelo
en telón de vela corsaria/
Lo sideral partió su arteria coronaria
y la ceniza se dibujó blanca en tus dientes de nieve
cuando los peces enamorados
animaron al suelo, abrieron surcos de embriones
plantando tus frutos de belleza y
las bestias domadas cultivaron tus jardines de risa/
Cuando lo onírico extendió su olfato de aromas
mi boca en capullo
se pronunció desde tu pecho embebido/
El silencio se hizo una tarde de cálido invierno,
estrechó afable en sus brazos de otoño,
sumergido en tus jazmines eternos y
las ultimas nieves de una primavera foránea,
con la luna inclinada,
partida en cuartos, mitades o plenos...
Comunicó a las sombras
que se quedarían sin la luz encendida
tras tu velo claro de primavera florecida/
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Poema publicado el 28 de Agosto de 2011
Se ha desvelado la luna en un equinoccio y
la tierra confundida
entregó su sonrisa a los astros amantes
e irrumpió en ti como un diamante,
la piedra respiró
el acua-viva mágica en estanque/
Estremecido bajo tus pies,
el sol paseó el Ecuador/
El peñasco tocó su cima impotente, y
dejó las cicatrices de la antigua roca/
La negra tierra entregó sus escalas
a tu dulzura de almíbar condecorada,
con el verde cerillo de las cosechas encendido
y el negro de bruma encantado,
se desplegó por tu pelo
en telón de vela corsaria/
Lo sideral partió su arteria coronaria
y la ceniza se dibujó blanca en tus dientes de nieve
cuando los peces enamorados
animaron al suelo, abrieron surcos de embriones
plantando tus frutos de belleza y
las bestias domadas cultivaron tus jardines de risa/
Cuando lo onírico extendió su olfato de aromas
mi boca en capullo
se pronunció desde tu pecho embebido/
El silencio se hizo una tarde de cálido invierno,
estrechó afable en sus brazos de otoño,
sumergido en tus jazmines eternos y
las ultimas nieves de una primavera foránea,
con la luna inclinada,
partida en cuartos, mitades o plenos...
Comunicó a las sombras
que se quedarían sin la luz encendida
tras tu velo claro de primavera florecida/
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