El doscientos veintitres.
Poema publicado el 28 de Julio de 2011
Roberto Reyes Cortés.
5º.reyes.
rreyescortes@hotmail.com
----------------------------------------EL DOSCIENTOS VEINTITRES.---------------
----------------------------------------------------V.--------------------------------------
Cuál será tu nombre,
cadáver de hombre
sepultado en la fosa común,
sin ningún papel
que te pueda identificar,
ni tan siquiera una huella dactilar.
De que parte vienes,
a donde ibas cuando alguien
te atrapó y asesinó,
solo sé que eres
el doscientos veintitrés,
número inscrito en una cartulina.
Que ruin la vida,
que en esta época letal
de tantos adelantos tecnológicos,
de viajes a la luna y al espacio,
con una puñalada
el mísero asesino
pueda convertirte con la daga,
así tan fácil cortando la yugular
de tu garganta,
en el doscientos veintitrés,
inscrito en esa cartulina
que cuelga de tu cuello.
De tus padres, de tus hijos,
de tus damas,
mejor ni te pregunto,
pero ten calma.
Solo veo colgado
en lo que fuera tu garganta,
el fatídico doscientos veintitrés.
Fuiste algún día feliz, tuviste amores,
escuchaste el sonido infantil
de los tambores;
aspiraste alguna vez
el perfume de las flores,
y soñaste con la escuela
y los honores.
Solo un ya mojado papel
que tiene el doscientos veintitrés
se me atraganta.
Tan siquiera conoces
quien te acompaña
en esa tumba fría colectiva,
quien está a tu derecha
o a tu izquierda,
lo sabrá alguien,
o son como tú,
tan solo un número,
inscrito en una cartulina
colgada en la garganta.
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Poema publicado el 28 de Julio de 2011
Roberto Reyes Cortés.
5º.reyes.
rreyescortes@hotmail.com
----------------------------------------EL DOSCIENTOS VEINTITRES.---------------
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Cuál será tu nombre,
cadáver de hombre
sepultado en la fosa común,
sin ningún papel
que te pueda identificar,
ni tan siquiera una huella dactilar.
De que parte vienes,
a donde ibas cuando alguien
te atrapó y asesinó,
solo sé que eres
el doscientos veintitrés,
número inscrito en una cartulina.
Que ruin la vida,
que en esta época letal
de tantos adelantos tecnológicos,
de viajes a la luna y al espacio,
con una puñalada
el mísero asesino
pueda convertirte con la daga,
así tan fácil cortando la yugular
de tu garganta,
en el doscientos veintitrés,
inscrito en esa cartulina
que cuelga de tu cuello.
De tus padres, de tus hijos,
de tus damas,
mejor ni te pregunto,
pero ten calma.
Solo veo colgado
en lo que fuera tu garganta,
el fatídico doscientos veintitrés.
Fuiste algún día feliz, tuviste amores,
escuchaste el sonido infantil
de los tambores;
aspiraste alguna vez
el perfume de las flores,
y soñaste con la escuela
y los honores.
Solo un ya mojado papel
que tiene el doscientos veintitrés
se me atraganta.
Tan siquiera conoces
quien te acompaña
en esa tumba fría colectiva,
quien está a tu derecha
o a tu izquierda,
lo sabrá alguien,
o son como tú,
tan solo un número,
inscrito en una cartulina
colgada en la garganta.
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