La sortija
Poema publicado el 16 de Junio de 2012
Roberto Reyes Cortés.
5º.reyes.
rreyescortes@hotmail.com
---------------LA SORTIJA.-----------------
Estaba la tarde gris,
intensamente llovía,
el frío del cruento invierno
por los huesos se metía.
En la empedrada calleja,
iban sonando los pasos
era un hombre que venía,
con la ansiedad en el alma,
que algo grave, presentía.
Ya se había dado cuenta,
de la forma tan distinta,
que tus ojos le veían;
La había notado ajena,
diferente, tan lejana,
en los últimos diez días.
Cuando miró por la esquina,
de la casa solariega
de aquella su dulce amada,
la descubrió que parada
se encontraba en el portal,
con su sonrisa divina.
Se acabaron los temores,
el fantasma se alejaba,
ella le estaba esperando
como siempre enamorada.
Era la misma muñeca,
tan linda como ninguna,
ahí ella estaba parada
como siempre, como ayer,
para dar la bienllegada.
Y después de saludarla,
diole un beso en la mejilla,
la respuesta tan violenta,
le convirtió en una piedra.
Ella sacó la sortija,
que un soleado domingo
de la anterior primavera,
el le había el regalado,
cuando escucharon la misa,
Era un símbolo sagrado,
del amado compromiso
y tranquilamente dijo:
“Yo te devuelvo este anillo,
no lo puedo conservar”,
te lo digo francamente,
no te quiero lo bastante,
contigo no me he de casar.”
Lleno de furia y tristeza
esa alianza repudiada,
la arrojé sobre un alero
de la casona de enfrente,
donde había un palomar,
para gritar apenado,
“esa muestra, de mi amor,
la que desprecias ahora,
era solo para ti,
nunca ha de ser ya para otra,
que se quede por ahí,
mirándo desde el tejado.”
“Y ten en cuenta mujer,
lo que yo te he adorado,
pero si yo no te importo,
y no me guardas cariño,
lo que hasta ahora formamos
que se pierda en el pasado.”
Muchos años han corrido,
de aquella fecha funesta,
del asunto del anillo,
pero no puedo olvidarme
de la tarde triste y fría
en que tu me devolviste
esa que fue nuestra alianza.
Hoy te encontré en una tienda,
en ti, en mí, el tiempo ha pasado,
ya no hay luz en las miradas,
nuestras manos arrugadas
y el cabello pintan canas.
Pero sigues siendo bella,
como aquella tarde gris,
en que tú te desprendiste,
para siempre de mi amor
y de aquella pobre prenda.
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Poema publicado el 16 de Junio de 2012
Roberto Reyes Cortés.
5º.reyes.
rreyescortes@hotmail.com
---------------LA SORTIJA.-----------------
Estaba la tarde gris,
intensamente llovía,
el frío del cruento invierno
por los huesos se metía.
En la empedrada calleja,
iban sonando los pasos
era un hombre que venía,
con la ansiedad en el alma,
que algo grave, presentía.
Ya se había dado cuenta,
de la forma tan distinta,
que tus ojos le veían;
La había notado ajena,
diferente, tan lejana,
en los últimos diez días.
Cuando miró por la esquina,
de la casa solariega
de aquella su dulce amada,
la descubrió que parada
se encontraba en el portal,
con su sonrisa divina.
Se acabaron los temores,
el fantasma se alejaba,
ella le estaba esperando
como siempre enamorada.
Era la misma muñeca,
tan linda como ninguna,
ahí ella estaba parada
como siempre, como ayer,
para dar la bienllegada.
Y después de saludarla,
diole un beso en la mejilla,
la respuesta tan violenta,
le convirtió en una piedra.
Ella sacó la sortija,
que un soleado domingo
de la anterior primavera,
el le había el regalado,
cuando escucharon la misa,
Era un símbolo sagrado,
del amado compromiso
y tranquilamente dijo:
“Yo te devuelvo este anillo,
no lo puedo conservar”,
te lo digo francamente,
no te quiero lo bastante,
contigo no me he de casar.”
Lleno de furia y tristeza
esa alianza repudiada,
la arrojé sobre un alero
de la casona de enfrente,
donde había un palomar,
para gritar apenado,
“esa muestra, de mi amor,
la que desprecias ahora,
era solo para ti,
nunca ha de ser ya para otra,
que se quede por ahí,
mirándo desde el tejado.”
“Y ten en cuenta mujer,
lo que yo te he adorado,
pero si yo no te importo,
y no me guardas cariño,
lo que hasta ahora formamos
que se pierda en el pasado.”
Muchos años han corrido,
de aquella fecha funesta,
del asunto del anillo,
pero no puedo olvidarme
de la tarde triste y fría
en que tu me devolviste
esa que fue nuestra alianza.
Hoy te encontré en una tienda,
en ti, en mí, el tiempo ha pasado,
ya no hay luz en las miradas,
nuestras manos arrugadas
y el cabello pintan canas.
Pero sigues siendo bella,
como aquella tarde gris,
en que tú te desprendiste,
para siempre de mi amor
y de aquella pobre prenda.
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