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No la llorés, buenos aires (a virginia luque) - Poemas de Roxana C. Mauri Nicastro



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Categoría: Poemas de Amor
No la llorés, buenos aires (a virginia luque)
Poema publicado el 03 de Julio de 2014

¡Purriá minga la Parca con tu estrella
morocha, Buenos Aires! Te ha fajado
ese puntazo un turro recalcado
por tu divino metejón con ella.

Me cach’en dié, ¡no la llorés, te digo
que es un sainete armao pa’ picanearte
la angurria atroz que arreás de amasijarte!
Lo mismo, igual, quieren hacer conmigo.

Miente ese fueye otario que se arruga
en el responso, y sin piedad destroza
su alado sueño de ser mariposa
para fruncirse hasta morir oruga.

Miente el fulo latir del contrabajo.
Miente el piano el crespón de sus bemoles.
Miente el violín sus lacios caracoles.
¡Miente el gotán! Mienten de arriba abajo.

Ensartao por la radio de atropello
mi propio cuore traquetea fayuto;
pero aunque hasta el silencio imposte el luto,
¿me han de engrupir a mí, estos…? Pobres de ellos.

¿Dónde no está? Rifálo, a ese vinilo
rayao con la milonga de la ausencia,
¡son macanas! Rendíte a la evidencia
y avivá el seso, que me ahogás de estrilo.

Asomáte y batíme si el lucero
no vuelca más su plata sobre el río,
ni centeyea su magia en el rocío,
ni te encandila al chamuyar: “te quiero”.

¿No cosquillea el puñal de su ternura
dentro ‘e tu carne gris hasta el cimiento
para bordar la raíz del sentimiento
con el jazmín de la pasión más pura?

¿Quién filtra ese suspiro entre tus rejas?
¿Quién te siembra diamantes en los charcos
y esperanzas de bute bajo el arco
hosco y enladrillado de tus cejas?

Y al manyar que aflojás, ¿quién creés que carga
a tu lao con la cruz del desencanto
y derrama en tu asfalto, por tu llanto,
esa lágrima dulce y tan amarga?

Con tanta antena al cuete, ¿no atendés
que esgunfia ‘e verte hacer el mamarracho
en su ardor de hembra, un refucilo macho
fulmina: “¡Buenos Aires! No llorés.”

Ya sé que abrió la cufa del invierno
con su revolotear de golondrina
y maliciás que te plantó en la esquina
por donde pasa el bondi pa’l infierno.

Yo y vos catamos ese viento helado
que en la hora vertical de toda angustia
arrastra la ilusión como hoja mustia
contra el portón de un cielo clausurado.

Somos cancheros en la mishiadura
de apoliyarnos masticando el pucho
de un berretín que ya nació finucho
pa’ echar al alba el alma a la basura.

Pero te juro, como que hay un Dios
(te lo prometería aunque no hubiera):
nos resucitará en la primavera
el melodioso arrullo de su voz.

La brisa tibia aromará a violetas.
En cada patio, en todos los balcones
palpitará su sangre en los malvones
y en la pluma febril de los poetas.

Te besará sonriendo desde arriba.
Rosas de luz te inundarán las calles
y su embeleso irá prendido al talle
y al diáfano mirar de cada piba.

Cada palabra cálida y sentida
rezumará las mieles de su acento
y al entregarte músico su aliento
tu pecho yerto volverá a la vida.

En noche más gloriosa que la aurora
con escobas de seda, las falenas
te piantarán la mugre de las penas
pa’ que apoye su pie la que te adora.

Traerá un soplo de paz que acá no existe,
un cacho ‘e libertad maravillosa
y una emoción tan grande y tan hermosa
que vos, jamás, ni en curda conociste.

¡Vas a ser tan feliz…! Digo, seremos.
Dos giles sin arreglo, de una pieza:
nos da bronca el dolor, y la belleza
y la felicidad nos ponen tristes.

Entonces, Buenos Aires, lloraremos.


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