Si mi infancia levantara la cabeza.....
Poema publicado el 15 de Junio de 2012
"A Leoncio Colino".
Entre los pagos de "Las Dos Aguas" y "El Soto",
la tarde se había ido.
A la sombra del frontón,
la escuela, remolino cultural de nuestra infancia,
esa nave embarrancada en el puerto del olvido,
agoniza como un gorrión, junto al callejón de "La Gatera".
Una mirada, y cuarenta años de mi vida
me han partido el corazón, me han envenenado el alma.
Pero......,
si aquí estudiaba Martín, Chanito, Alfredo y Tinín,
un poco más atrás, José Antonio, Ricardo, Primiano,
Froilán, Jose, el de la señora Paula, y Monchi, el asturiano.
En el pasillo del centro, Tomás, Cayito, Pepín,
Jesús, Agustín, Antonino, Juanito, José Luis, Marcialín,
y dirigiendo toda la banda, un lujo de maestro, D. Saturnino.
Ya no adorna la pared, aquella vieja rinconera,
con tres docenas de libros, una Biblia y un Quijote.
A un lado,
negrea una hoguera consumida,
al otro, una parva de cascotes
alberca camadas de ratas y ratones,
en el centro,
una cagada tierna, olorosa, retorcida,
y así como que no quiere la cosa,
sobre la postal de mi niñez dormida,
la miseria cultural, rural, babosa,
se ha hecho dueña de la situación.
Raquel, Emiliana, Juanina,
Merceditas, Angelines, Esterina,
Dulce Mati, Belén, Mari Nati,
Asun, Esperanza, Pilarina,
Mari Justi, Lourdes, María Jesús, Tomasina,
compañeras del alma y de las letras, todas ellas.
Donde antes entraba el sol, ya no penetra la luz,
el tejado es una criba,
huyeron en estampida, el mapa de España,
el Catón y el tintero.
Mi escuela,
remolino cultural de nuestra infancia,
es un monumental y fenomenal basurero.
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Poema publicado el 15 de Junio de 2012
"A Leoncio Colino".
Entre los pagos de "Las Dos Aguas" y "El Soto",
la tarde se había ido.
A la sombra del frontón,
la escuela, remolino cultural de nuestra infancia,
esa nave embarrancada en el puerto del olvido,
agoniza como un gorrión, junto al callejón de "La Gatera".
Una mirada, y cuarenta años de mi vida
me han partido el corazón, me han envenenado el alma.
Pero......,
si aquí estudiaba Martín, Chanito, Alfredo y Tinín,
un poco más atrás, José Antonio, Ricardo, Primiano,
Froilán, Jose, el de la señora Paula, y Monchi, el asturiano.
En el pasillo del centro, Tomás, Cayito, Pepín,
Jesús, Agustín, Antonino, Juanito, José Luis, Marcialín,
y dirigiendo toda la banda, un lujo de maestro, D. Saturnino.
Ya no adorna la pared, aquella vieja rinconera,
con tres docenas de libros, una Biblia y un Quijote.
A un lado,
negrea una hoguera consumida,
al otro, una parva de cascotes
alberca camadas de ratas y ratones,
en el centro,
una cagada tierna, olorosa, retorcida,
y así como que no quiere la cosa,
sobre la postal de mi niñez dormida,
la miseria cultural, rural, babosa,
se ha hecho dueña de la situación.
Raquel, Emiliana, Juanina,
Merceditas, Angelines, Esterina,
Dulce Mati, Belén, Mari Nati,
Asun, Esperanza, Pilarina,
Mari Justi, Lourdes, María Jesús, Tomasina,
compañeras del alma y de las letras, todas ellas.
Donde antes entraba el sol, ya no penetra la luz,
el tejado es una criba,
huyeron en estampida, el mapa de España,
el Catón y el tintero.
Mi escuela,
remolino cultural de nuestra infancia,
es un monumental y fenomenal basurero.
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