Añoranza levantina
Poema publicado el 27 de Septiembre de 2016
Hay mucho de fantasioso y vago
en esta fugaz existencia:
llanuras de desesperación,
arcaicos bosques donde extraviar
las grandes amarguras del poeta...
Y habría hondos mares
sólo con que viertan
una tarde dominical
de invierno, los frutos de lo amargo, quienes tengan
pendientes de vivir
lo poco que en el mundo embelesa.
Pero nada hay sin ti;
(lo absurdo, convertido en decadencia
y sucias fiestas)
me quedo con soñares refrescados,
imágenes de charlas incompleta,
paseos contenidos, remembranzas...
sin ti, muy poco queda.
Espejismos, tormentos, voces raras
que van al corazón
y me lo martirizan, me lo engañan.
Tiento encantado al gran ser
y el voto que te falta.
Hago acopio, en fin, de turbulencia,
reminiscencias
de Navajas,
cultivando resignaciones
recogiendo canas,
madurando expectativas,
cuidando el rosal donde nazcan
cualquier primavera
mi rosa de rubor y de esperanza,
asida entre tus mano,
como Valencia, suaves y amadas.
¡Qué delectación sería
el contemplar, arrobados, esa estampa!
¡Hasta mi patrón, el buen Sant Jordi,
su bendicón, a darnos se dignara!
Ayer te fuiste de mi vista,
y quedarme ciego poco me importara
si nunca más -me dijeras-
fueran a hallarse -¡nunca más!- nuestras miradas.
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Poema publicado el 27 de Septiembre de 2016
Hay mucho de fantasioso y vago
en esta fugaz existencia:
llanuras de desesperación,
arcaicos bosques donde extraviar
las grandes amarguras del poeta...
Y habría hondos mares
sólo con que viertan
una tarde dominical
de invierno, los frutos de lo amargo, quienes tengan
pendientes de vivir
lo poco que en el mundo embelesa.
Pero nada hay sin ti;
(lo absurdo, convertido en decadencia
y sucias fiestas)
me quedo con soñares refrescados,
imágenes de charlas incompleta,
paseos contenidos, remembranzas...
sin ti, muy poco queda.
Espejismos, tormentos, voces raras
que van al corazón
y me lo martirizan, me lo engañan.
Tiento encantado al gran ser
y el voto que te falta.
Hago acopio, en fin, de turbulencia,
reminiscencias
de Navajas,
cultivando resignaciones
recogiendo canas,
madurando expectativas,
cuidando el rosal donde nazcan
cualquier primavera
mi rosa de rubor y de esperanza,
asida entre tus mano,
como Valencia, suaves y amadas.
¡Qué delectación sería
el contemplar, arrobados, esa estampa!
¡Hasta mi patrón, el buen Sant Jordi,
su bendicón, a darnos se dignara!
Ayer te fuiste de mi vista,
y quedarme ciego poco me importara
si nunca más -me dijeras-
fueran a hallarse -¡nunca más!- nuestras miradas.
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