A la mona
Poema publicado el 18 de Abril de 2011
A la mona susceptible que se viste de seda elegante y se exhibe como maniquí de los años cincuenta.
A ella se le hacía fácil tratar con el diseñador modelo y si ella es como es, se queda como moda de pelo.
A la mona se le ocurrió vestir su ventana de cortinas doradas y su mascota martina lucía un vestido de mona canina.
Mona, que era arrumaco de una producción televisiva y el bisutero de la joya se compró tus anillos comprometidos.
A la mona que se casó con el magnate charro mexicano y que heredando toda la fortuna, enviudó con su hijastro.
Esa mujer que se dedicó a la venta del oro empaquetado y le obsequiaste propiedades a tu primate.
A la mona que se quedó con el seudónimo de alcurnia y esa misma coqueta, se enamoró de mí por mono interesado.
Su costumbre mató al gato que se inmiscuyó como perfecto y sus gestos se prestaron para modelar sin ropaje.
A la mona quisquillosa que expone el poder en su collar de servilleta y tenía el sobrenombre de la viuda más deseada en dólares.
A la señora halago, la acechaban las pocas monedas que ahorraba y el sueldo se le terminaba a espaldas de su hijastro.
A la mona que se quedaba con nada de cartera y hasta las tarjetas de crédito, no le devolvió el préstamo.
A la dama empeñada se le acumulaba las deudas de su asesor y su hijastro heredó el dinero en un juicio de abogados.
A la mona se le olvidó su seda en un geriátrico.
Mona se vistió de vieja y mona se quedó sola…
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Poema publicado el 18 de Abril de 2011
A la mona susceptible que se viste de seda elegante y se exhibe como maniquí de los años cincuenta.
A ella se le hacía fácil tratar con el diseñador modelo y si ella es como es, se queda como moda de pelo.
A la mona se le ocurrió vestir su ventana de cortinas doradas y su mascota martina lucía un vestido de mona canina.
Mona, que era arrumaco de una producción televisiva y el bisutero de la joya se compró tus anillos comprometidos.
A la mona que se casó con el magnate charro mexicano y que heredando toda la fortuna, enviudó con su hijastro.
Esa mujer que se dedicó a la venta del oro empaquetado y le obsequiaste propiedades a tu primate.
A la mona que se quedó con el seudónimo de alcurnia y esa misma coqueta, se enamoró de mí por mono interesado.
Su costumbre mató al gato que se inmiscuyó como perfecto y sus gestos se prestaron para modelar sin ropaje.
A la mona quisquillosa que expone el poder en su collar de servilleta y tenía el sobrenombre de la viuda más deseada en dólares.
A la señora halago, la acechaban las pocas monedas que ahorraba y el sueldo se le terminaba a espaldas de su hijastro.
A la mona que se quedaba con nada de cartera y hasta las tarjetas de crédito, no le devolvió el préstamo.
A la dama empeñada se le acumulaba las deudas de su asesor y su hijastro heredó el dinero en un juicio de abogados.
A la mona se le olvidó su seda en un geriátrico.
Mona se vistió de vieja y mona se quedó sola…
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