Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008
I
Despiértame de este sueño de la muerte,
prÃncipe de mis dÃas,
acércate,
encuéntrame tendida en este sueño de la muerte.
Tan bella como pueda serlo
aquella que ha cruzado huyendo un bosque
y se ha rendido,
asà soy yo de bella.
Muerta y llorada por pequeños amigos.
II
Despiértame de este sueño de la muerte.
Atiende toda señal del camino
y presta oÃdos al rumor de los árboles.
Ellos te guiarán.
Ãbrete paso, prÃncipe de mis dÃas,
encuéntrame aquà bella y dormida
y bésame.
Tanto
como puedas besar a aquella
que ha cruzado huyendo un bosque
perseguida y sin culpa
hasta perderse.
Asà de bella soy.
III
Tu caballo,
escúchalo,
sabe hacia dónde va,
no lo reprendas.
Sus pequeñas y sensibles orejas
te guiarán.
Hasta este claro en el bosque.
Hasta mÃ,
que sabÃa que vendrÃas a caballo.
IV
Escondida
del filo mortal del malvado
hasta aquà he llegado.
Refugiada
de los venenos que acechan,
nadie
puede arrancarme el corazón.
Asà de muerta estoy.
V
Pero la casa es pequeña
y las herramientas,
diminutas en mis manos.
La bondad de mis amigos,
un hermoso ataúd de cristal
y un entierro hermoso.
Y esa roja manzana
de piel resplandeciente
y maligna semilla,
no más dura y más bella que este fruto de mi muerte.
De "De mà haré una estatua ecuestre" 1997
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