Ella
Poema publicado el 16 de Diciembre de 2017
ELLA
Ella, tirana incontrolable o hija de noble cuna. Creo que ambas, a veces flor a veces hiedra,pero siempre ella. Acaso en este jardín solo habrá una rosa? Acaso en la gran floresta, de esta mi patria, no habrá otras deidades?
Algunos la tiranizan, otros la santifican. Yo no soy capaz de escoger alguna. Santa es cuando se viste de negro, diabla es cuando de infante he pecado. Pero que' voy a hacer si a ella me debo. A su niña divina cuyos ojos me miran, sin saber que a su madre como mujer quiero.
Ailana es el nombre de la niña hermosa que endulza mis ojos con una sonrisa. Cierta noche un día comenta su madre que yo cual un dios, catarro llevase. Desde aquel día Ailana se esconde, solo unos segundos, solo un juego al verme.
Ante ella impotente se ve mi familia. No pueden creer en tal pesadilla. Saben que nunca será mi mujer. Saben que nunca tocaré su piel. Es que acaso el amor solo a mí ha hechizado? Es que a tantos otros nunca le ha pasado? No puedo creer que a tantas amasen. Muy buenos serán entre dos telones.
Juro que no puedo, juro que no sé de sus negros ojos escapar con fe. Mucho lo he intentado mas nunca logrado. Solo con sus labios renace el creer.
Recuerdo muy triste aquella mañana en que como infante perdí su querer. Se habían peleado; no era su mujer. Vi el terreno libre pero no pensé, él era mi amigo, lo quería a él. Caí cual paloma herida en sus alas. Nunca más volví a verla sin él.
Pasa triste el tiempo, recupero algo, amistad sincera de mujer encanto. Mas el fuego aéreo entre bastidores nunca sería mío, primero de Al Gore.
A Díos hoy le ruego, encuentre un mañana, para aquellos ojos que de pardos miran. Que no sea ella mi única alíada, pues sus ojos negros a mí no es quien miran.
A la rosa blanca tras la voz sincera, a dónde es que miras, donde estas praderas.
FIN
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Poema publicado el 16 de Diciembre de 2017
ELLA
Ella, tirana incontrolable o hija de noble cuna. Creo que ambas, a veces flor a veces hiedra,pero siempre ella. Acaso en este jardín solo habrá una rosa? Acaso en la gran floresta, de esta mi patria, no habrá otras deidades?
Algunos la tiranizan, otros la santifican. Yo no soy capaz de escoger alguna. Santa es cuando se viste de negro, diabla es cuando de infante he pecado. Pero que' voy a hacer si a ella me debo. A su niña divina cuyos ojos me miran, sin saber que a su madre como mujer quiero.
Ailana es el nombre de la niña hermosa que endulza mis ojos con una sonrisa. Cierta noche un día comenta su madre que yo cual un dios, catarro llevase. Desde aquel día Ailana se esconde, solo unos segundos, solo un juego al verme.
Ante ella impotente se ve mi familia. No pueden creer en tal pesadilla. Saben que nunca será mi mujer. Saben que nunca tocaré su piel. Es que acaso el amor solo a mí ha hechizado? Es que a tantos otros nunca le ha pasado? No puedo creer que a tantas amasen. Muy buenos serán entre dos telones.
Juro que no puedo, juro que no sé de sus negros ojos escapar con fe. Mucho lo he intentado mas nunca logrado. Solo con sus labios renace el creer.
Recuerdo muy triste aquella mañana en que como infante perdí su querer. Se habían peleado; no era su mujer. Vi el terreno libre pero no pensé, él era mi amigo, lo quería a él. Caí cual paloma herida en sus alas. Nunca más volví a verla sin él.
Pasa triste el tiempo, recupero algo, amistad sincera de mujer encanto. Mas el fuego aéreo entre bastidores nunca sería mío, primero de Al Gore.
A Díos hoy le ruego, encuentre un mañana, para aquellos ojos que de pardos miran. Que no sea ella mi única alíada, pues sus ojos negros a mí no es quien miran.
A la rosa blanca tras la voz sincera, a dónde es que miras, donde estas praderas.
FIN
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