El resplandor
Poema publicado el 07 de Mayo de 2014
Una enorme oquedad como regazo, albergaba el vacío inmenso de la soledad en el grandioso infinito.
Las hermosas colinas y los interminables bosques de abedules, fresnos y castaños blancos del manto cubierto de la nevada, añadían silencio eterno y quebradizo frio.
Ni toda la algarabía de la creación significara un movimiento en este universo silente.
La hermosa piedra solar grabada de miles de años de vida humana y los cantos del universo, giraba lentamente su lagrima de dolor mientras su eterno peregrinar clamando quien la ame, quien la llore, sobre pavimento siempre vacio, interminable, eterno, lleno de color.
Rodó girando alegre en su solitario dolor, mientras estrellas, soles y planetas le desfilaban, otra si, otra no.
Rodó girando sin saber donde prodigar toda esa orfandad, todo ese temple, toda esa pasión y todo ese amor, hasta encajar en perfección en la oquedad como regazo, tan inmenso como el interminable vacio y dolor.
La piedra solar y la enorme inmensidad encajaron a la perfección, llovieron zafiros, aguas marinas y rubíes, azahares, alelíes, violetas y colores.
La hermosa piedra solar, llena de todas las vidas dio a luz,
El resplandor.
André
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Poema publicado el 07 de Mayo de 2014
Una enorme oquedad como regazo, albergaba el vacío inmenso de la soledad en el grandioso infinito.
Las hermosas colinas y los interminables bosques de abedules, fresnos y castaños blancos del manto cubierto de la nevada, añadían silencio eterno y quebradizo frio.
Ni toda la algarabía de la creación significara un movimiento en este universo silente.
La hermosa piedra solar grabada de miles de años de vida humana y los cantos del universo, giraba lentamente su lagrima de dolor mientras su eterno peregrinar clamando quien la ame, quien la llore, sobre pavimento siempre vacio, interminable, eterno, lleno de color.
Rodó girando alegre en su solitario dolor, mientras estrellas, soles y planetas le desfilaban, otra si, otra no.
Rodó girando sin saber donde prodigar toda esa orfandad, todo ese temple, toda esa pasión y todo ese amor, hasta encajar en perfección en la oquedad como regazo, tan inmenso como el interminable vacio y dolor.
La piedra solar y la enorme inmensidad encajaron a la perfección, llovieron zafiros, aguas marinas y rubíes, azahares, alelíes, violetas y colores.
La hermosa piedra solar, llena de todas las vidas dio a luz,
El resplandor.
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