El sonido de la ocarina.
Poema publicado el 08 de Mayo de 2014
Los senderos que he desandado,
no los podre ya nunca regresar
ni desandar de vuelto al pasado
Si regresara al principio,
aun seria el Tigre Inmortal
que camina los parajes
de las quebradas montañosas
de los templos sagrados.
Ya nunca podre volver a ser,
aunque regresara en el tiempo de la eternidad.
La luz que brilla de mis ojos,
ilumina todo pasaje
mas allá
de lo que la vista del pensamiento
puede saber.
Me he sentado con la armonía
y la paz en la cima de las lozas
entre la danza de las nubes
entonando mi ocarina
para platear los ríos de aguas cristalinas
que corren cause abajo
hacia los sembríos del hombre
y la sed del mundo.
Una copa sana las heridas
y enfermedades con las aguas frescas
de aquellos arroyos.
Desde la lozanía se apercibe los castillos
y palacios en las montañas de vida
y saben el templo estar ahí,
cerca de donde se extravió la esperanza.
El mundo se a remese
con el latido del corazón
que barre los resquebrajos del dolor
y soledad para acompasar
cada quejido de lo orado
y besar la comisura
en la boca de los ojos
de lágrimas enjuagadas.
El dolor esta sanando
y la esperanza germinando
donde la maleficencia se pierde
en desesperación
porque sus días se le acabaron.
El sonido pausado de la ocarina
regala una gema a cada ser,
llena de tenue luz blanca,
dorada,
de todos los colores,
aun aquellos que no se pueden ver,
una melodía que disuelve
eternamente
toda tu cruz.
André
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Poema publicado el 08 de Mayo de 2014
Los senderos que he desandado,
no los podre ya nunca regresar
ni desandar de vuelto al pasado
Si regresara al principio,
aun seria el Tigre Inmortal
que camina los parajes
de las quebradas montañosas
de los templos sagrados.
Ya nunca podre volver a ser,
aunque regresara en el tiempo de la eternidad.
La luz que brilla de mis ojos,
ilumina todo pasaje
mas allá
de lo que la vista del pensamiento
puede saber.
Me he sentado con la armonía
y la paz en la cima de las lozas
entre la danza de las nubes
entonando mi ocarina
para platear los ríos de aguas cristalinas
que corren cause abajo
hacia los sembríos del hombre
y la sed del mundo.
Una copa sana las heridas
y enfermedades con las aguas frescas
de aquellos arroyos.
Desde la lozanía se apercibe los castillos
y palacios en las montañas de vida
y saben el templo estar ahí,
cerca de donde se extravió la esperanza.
El mundo se a remese
con el latido del corazón
que barre los resquebrajos del dolor
y soledad para acompasar
cada quejido de lo orado
y besar la comisura
en la boca de los ojos
de lágrimas enjuagadas.
El dolor esta sanando
y la esperanza germinando
donde la maleficencia se pierde
en desesperación
porque sus días se le acabaron.
El sonido pausado de la ocarina
regala una gema a cada ser,
llena de tenue luz blanca,
dorada,
de todos los colores,
aun aquellos que no se pueden ver,
una melodía que disuelve
eternamente
toda tu cruz.
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