El verso
Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
En las calles eternas de piedra y sal,
en los montes nevados de piel alvina,
y en la albura de carreteras de cal,
emergen con máscaras en la lejanía
las manos poetas y la tinta abismal.
El frío papel de los cuadernos árticos
se transforma en una selva sureña
repleta de cocoteros de sílabas,
fauna poética con raros vocablos
que caminan, que ladran y recitan,
danzando en sus costas de tinta celeste
que traza con su espuma inspirada
versos dorados al rayo interminable
de aquella selvática luna apagada.
Y cayó en mí como una catarata blanca,
como un rayo tristemente efímero
aquel verso acuífero que corría
en los ríos cristalinos de mis sentires.
Vagando como sangre sabor cereza
recorre el cauce de mis mil venas azules,
enfriando las rocas muertas del olvido,
saciando la sed de ese pueblo rendido,
divirtiendo a los niños, marineros de papel.
El verso traspasa la tierra, resuena
su esencia en mis ahogados dedos de agua,
hace bailar la pluma que es una lancha,
y desemboca en el cuaderno, mar blanco,
puro, en una casta pureza silvestre,
dándole vida a la distante isla poética
donde todos los hombres son marineros
y sus cuadernos; unos mares eternos.
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Poema publicado el 26 de Noviembre de 2010
En las calles eternas de piedra y sal,
en los montes nevados de piel alvina,
y en la albura de carreteras de cal,
emergen con máscaras en la lejanía
las manos poetas y la tinta abismal.
El frío papel de los cuadernos árticos
se transforma en una selva sureña
repleta de cocoteros de sílabas,
fauna poética con raros vocablos
que caminan, que ladran y recitan,
danzando en sus costas de tinta celeste
que traza con su espuma inspirada
versos dorados al rayo interminable
de aquella selvática luna apagada.
Y cayó en mí como una catarata blanca,
como un rayo tristemente efímero
aquel verso acuífero que corría
en los ríos cristalinos de mis sentires.
Vagando como sangre sabor cereza
recorre el cauce de mis mil venas azules,
enfriando las rocas muertas del olvido,
saciando la sed de ese pueblo rendido,
divirtiendo a los niños, marineros de papel.
El verso traspasa la tierra, resuena
su esencia en mis ahogados dedos de agua,
hace bailar la pluma que es una lancha,
y desemboca en el cuaderno, mar blanco,
puro, en una casta pureza silvestre,
dándole vida a la distante isla poética
donde todos los hombres son marineros
y sus cuadernos; unos mares eternos.
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