Nunca estuviste aquí
Poema publicado el 07 de Abril de 2012
NUNCA ESTUVISTE AQUI
Vuelan mis lágrimas en el viento sabiendo que no me vas a querer, soy prisionero de mis sueños aquellos que no podrán ser, al igual que el río se aleja de su fuente, tu corazón se aleja de mi vida, cuanto te quise y cuanto te quiero; cae la noche en mi alma cuando rendido se duerme mi cuerpo.
Que feliz yo fuera; si recogerme en tus brazos pudiera, recibir al sol de la mañana abrazado a ti, notar el suave roce de tu piel contra la mía y hacer un castillo de nuestro lecho, soñar que sus cuatro columnas son los torreones y el dosel su firmamento.
De argéntea sus estrellas que decoran nuestro techo, la más fina de las sedas para los lienzos que cubren nuestros cuerpos, de dorado oro los pies y el cabecero, pero hay de mí que el desvelo me la juega haciéndome partícipe de la verdad más negra.
A mi lado el vacío, lo yermo y la soledad la calidez de tu cuerpo no puedo notar, jamás estuviste y nunca ocupaste tu lugar, lloro tu ausencia y maldigo tu recuerdo, ese que me ha de matar.
Eduardo Muñoz Portella
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Poema publicado el 07 de Abril de 2012
NUNCA ESTUVISTE AQUI
Vuelan mis lágrimas en el viento sabiendo que no me vas a querer, soy prisionero de mis sueños aquellos que no podrán ser, al igual que el río se aleja de su fuente, tu corazón se aleja de mi vida, cuanto te quise y cuanto te quiero; cae la noche en mi alma cuando rendido se duerme mi cuerpo.
Que feliz yo fuera; si recogerme en tus brazos pudiera, recibir al sol de la mañana abrazado a ti, notar el suave roce de tu piel contra la mía y hacer un castillo de nuestro lecho, soñar que sus cuatro columnas son los torreones y el dosel su firmamento.
De argéntea sus estrellas que decoran nuestro techo, la más fina de las sedas para los lienzos que cubren nuestros cuerpos, de dorado oro los pies y el cabecero, pero hay de mí que el desvelo me la juega haciéndome partícipe de la verdad más negra.
A mi lado el vacío, lo yermo y la soledad la calidez de tu cuerpo no puedo notar, jamás estuviste y nunca ocupaste tu lugar, lloro tu ausencia y maldigo tu recuerdo, ese que me ha de matar.
Eduardo Muñoz Portella
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