Testamento
Poema publicado el 18 de Mayo de 2011
Si la casa se mide en pasos,
en caricias habrá de medirse la felicidad.
Me quedaron dos vueltas a la luna de abrazos,
un costal de besos ya enmohecidos,
unos zapatos que apuntan hacia tu destino,
la dignidad que se me escurre por la cara
buscando otro refugio
y los párpados que me cuelgan hasta la nariz.
Tengo también un castillo en playas conocidas,
que se derrumba a diario,
un notario que firma de recibido
mi testamento:
te dejo de mi pasado
el desvelo de mis antojos,
el eco en el adoquín de nuestros pasos.
Te dejo de mi nombre sus letras gastadas,
las arañas de mis pestañas,
el hilo conductor de mis verdades;
de mi futuro: la vorágine de la indiferencia,
mi presencia sin mí,
mis besos sin aliento,
todos mis momentos y mis impulsos.
puedes tomar de mis heridas
la sal para tu sazón.
Reparte a todos mi cadáver:
dale mis manos al leproso,
mis pies al filósofo, para que no pierda el piso,
mi sxo a las ninfas necesitadas;
dale mi cerebro a los cerdos,
tal vez lo confundan con margaritas.
Reparte todo de mí,
sólo conserva de mis ojos
la imagen que te conoció mujer
y el ánimo de creer siempre en ti.
Posdata. Te dejo también mi casa con todos sus pasos,
mi casa que se llama soledad.
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Poema publicado el 18 de Mayo de 2011
Si la casa se mide en pasos,
en caricias habrá de medirse la felicidad.
Me quedaron dos vueltas a la luna de abrazos,
un costal de besos ya enmohecidos,
unos zapatos que apuntan hacia tu destino,
la dignidad que se me escurre por la cara
buscando otro refugio
y los párpados que me cuelgan hasta la nariz.
Tengo también un castillo en playas conocidas,
que se derrumba a diario,
un notario que firma de recibido
mi testamento:
te dejo de mi pasado
el desvelo de mis antojos,
el eco en el adoquín de nuestros pasos.
Te dejo de mi nombre sus letras gastadas,
las arañas de mis pestañas,
el hilo conductor de mis verdades;
de mi futuro: la vorágine de la indiferencia,
mi presencia sin mí,
mis besos sin aliento,
todos mis momentos y mis impulsos.
puedes tomar de mis heridas
la sal para tu sazón.
Reparte a todos mi cadáver:
dale mis manos al leproso,
mis pies al filósofo, para que no pierda el piso,
mi sxo a las ninfas necesitadas;
dale mi cerebro a los cerdos,
tal vez lo confundan con margaritas.
Reparte todo de mí,
sólo conserva de mis ojos
la imagen que te conoció mujer
y el ánimo de creer siempre en ti.
Posdata. Te dejo también mi casa con todos sus pasos,
mi casa que se llama soledad.
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