El amor entre las gentes
Poema publicado el 04 de Enero de 2013
EL amor entre las gentes a veces nace de una
larga mirada.
Del tacto que se comparte entre la espesa fruta
de sus cuerpos.
El amor se hace con laboriosos surcos
a veces con las uñas, o a veces con
infusión de rosas entre las gentes.
Que importa una calumnia, los hierros de la cárcel,
las sombras del olvido.
Un telegrama que anuncia que no volverá,
un sufragio, un luto, los hondos desacuerdos.
Si el amor entre las gentes sigue vivo
si aun el núcleo de su vida tiembla en una danza de duelos.
El amor de ellos, que se juntan en siluetas de idilios
para defenderse de la tristeza y también de la alegría.
El amor de las gentes que se alquila
se empeña
se hace en trueque
se vende
o se industrializa.
Ese amor de tantos cielos y transfusión de primaveras
el amor entre la gente, que se entregan
como reos o fugitivos de un largo y áspero día.
El amor que se resguarda entre las gentes
que intercambian la sicodelia de sus atracciones.
El amor sigue vivo, como un escalofrió
de nudos en la garganta que se da entre el regreso y el adiós.
Las gentes que caminan los toscos suburbios de la ciudad
sembrando sus pies de enamorados.
El amor de las gentes es un segundo luminoso
en la honda oscuridad labrada por la memoria del frió.
Si nadie puede negar el amor entre las gentes
ni siquiera Dios.
Ese amor que se reparte entre un juego
ansioso y sin reposo
de corazones y puñales.
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Poema publicado el 04 de Enero de 2013
EL amor entre las gentes a veces nace de una
larga mirada.
Del tacto que se comparte entre la espesa fruta
de sus cuerpos.
El amor se hace con laboriosos surcos
a veces con las uñas, o a veces con
infusión de rosas entre las gentes.
Que importa una calumnia, los hierros de la cárcel,
las sombras del olvido.
Un telegrama que anuncia que no volverá,
un sufragio, un luto, los hondos desacuerdos.
Si el amor entre las gentes sigue vivo
si aun el núcleo de su vida tiembla en una danza de duelos.
El amor de ellos, que se juntan en siluetas de idilios
para defenderse de la tristeza y también de la alegría.
El amor de las gentes que se alquila
se empeña
se hace en trueque
se vende
o se industrializa.
Ese amor de tantos cielos y transfusión de primaveras
el amor entre la gente, que se entregan
como reos o fugitivos de un largo y áspero día.
El amor que se resguarda entre las gentes
que intercambian la sicodelia de sus atracciones.
El amor sigue vivo, como un escalofrió
de nudos en la garganta que se da entre el regreso y el adiós.
Las gentes que caminan los toscos suburbios de la ciudad
sembrando sus pies de enamorados.
El amor de las gentes es un segundo luminoso
en la honda oscuridad labrada por la memoria del frió.
Si nadie puede negar el amor entre las gentes
ni siquiera Dios.
Ese amor que se reparte entre un juego
ansioso y sin reposo
de corazones y puñales.
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