Los sueños que partieron
Poema publicado el 25 de Diciembre de 2010
LOS SUEÑOS QUE PARTIERON
Al llegar la noche se relaja el pensamiento,
albergando merecido reposo en su viajar.
La corteza cerebral se acomoda y se dispone,
y el cuerpo yace entonces al arbitrio de los sueños.
Cuando dormimos, cada día,
no ha de importarnos ni la desaparición del cosmos,
¡sólo existe nuestro mundo de fantasmas!
Vislumbramos atropelladas formas:
ojos de mujeres infinitas y carnales,
actos que el pasado esconde entre las sábanas,
voces tantas veces repetidas y oídas de nuevo
entre los pliegues de la almohada,
silencios que inundan con su eco,
espacios que todavía están confusos,
deseos que se cumplen en instantes
y horrores que nos quitan el aliento.
El cuerpo se contorsiona a veces
y entonces nadamos en silencio,
atravesando mares que no conducen a ninguna playa,
y, sin embargo, si el sórdido tambor
de la realidad nos apabulla y nos despierta el día,
sentimos que nos han robado,
abruptamente, una recóndita fortuna.
Es hora de levantarnos,
¡pues ha llegado el alba!,
que no admite la posibilidad de las quimeras.
De: LOS ETERNOS EMIGRANTES
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Poema publicado el 25 de Diciembre de 2010
LOS SUEÑOS QUE PARTIERON
Al llegar la noche se relaja el pensamiento,
albergando merecido reposo en su viajar.
La corteza cerebral se acomoda y se dispone,
y el cuerpo yace entonces al arbitrio de los sueños.
Cuando dormimos, cada día,
no ha de importarnos ni la desaparición del cosmos,
¡sólo existe nuestro mundo de fantasmas!
Vislumbramos atropelladas formas:
ojos de mujeres infinitas y carnales,
actos que el pasado esconde entre las sábanas,
voces tantas veces repetidas y oídas de nuevo
entre los pliegues de la almohada,
silencios que inundan con su eco,
espacios que todavía están confusos,
deseos que se cumplen en instantes
y horrores que nos quitan el aliento.
El cuerpo se contorsiona a veces
y entonces nadamos en silencio,
atravesando mares que no conducen a ninguna playa,
y, sin embargo, si el sórdido tambor
de la realidad nos apabulla y nos despierta el día,
sentimos que nos han robado,
abruptamente, una recóndita fortuna.
Es hora de levantarnos,
¡pues ha llegado el alba!,
que no admite la posibilidad de las quimeras.
De: LOS ETERNOS EMIGRANTES
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