Viajero de la química
Poema publicado el 26 de Abril de 2009
VIAJERO DE LA QUÍMICA
No sé por qué pasé casi la vida
revolviendo electrones entre beakers,
y tras sus paredes transparentes
pretendiendo trascender con mis alquimias.
Entre probetas de esbeltas dimensiones,
y en leves gotas, pretendí verter
todos mis actos voluntarios y deseos.
Con mis manos acaricié redomas
de cuellos reducidos, que impidieron
brotar algunos de mis sueños:
¡los más hermosos y dulces que tenía!
Sometí crisoles relucientes
al más puro de los fuegos,
y purifiqué con lumbre
mis pecados, algún remordimiento
y diez prohibidos pensamientos.
En condensadores de cíclico vivir
vertí acciones y todos los errores;
el agua discurriendo sus paredes
apaciguó mis volátiles anhelos
y la fiebre que inflamaba mis entrañas.
Traté… busqué, intenté cientos de veces
destilar mis confusos sentimientos
en la palabra dicha y en la palabra escrita,
y confrontar el mundo evolutivo
que parecía fallido experimento
tras el sordo estallido del Big Bang.
Afirman avezados amantes de la ciencia,
viajeros abordando la cuántica mecánica,
que es sólo la vida un salto de niveles,
y los «cuantos» -generados por fotones-
enormes nanobigbanes de energía.
Ebullen entonces múltiples ideas
inundando laberintos del cerebro,
confrontando a Ariadnas y Teseos
contra ignotos y avezados Minotauros.
Y perdido en impenetrable encrucijada,
no imagino ese lugar desconocido
que contendría la esencia primigenia
y el origen incierto del humano.
Deduzco que vida sólo hay una
y una muerte solitaria que me reta,
una verdad que siempre me desnuda
y la espera que circundando se hace tarde,
la oscuridad que tanto me sorprende
y la sombra de mi mismo que me aterra.
De: REPOSANDO EN LAS ARISTAS DE LA TARDE
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Poema publicado el 26 de Abril de 2009
VIAJERO DE LA QUÍMICA
No sé por qué pasé casi la vida
revolviendo electrones entre beakers,
y tras sus paredes transparentes
pretendiendo trascender con mis alquimias.
Entre probetas de esbeltas dimensiones,
y en leves gotas, pretendí verter
todos mis actos voluntarios y deseos.
Con mis manos acaricié redomas
de cuellos reducidos, que impidieron
brotar algunos de mis sueños:
¡los más hermosos y dulces que tenía!
Sometí crisoles relucientes
al más puro de los fuegos,
y purifiqué con lumbre
mis pecados, algún remordimiento
y diez prohibidos pensamientos.
En condensadores de cíclico vivir
vertí acciones y todos los errores;
el agua discurriendo sus paredes
apaciguó mis volátiles anhelos
y la fiebre que inflamaba mis entrañas.
Traté… busqué, intenté cientos de veces
destilar mis confusos sentimientos
en la palabra dicha y en la palabra escrita,
y confrontar el mundo evolutivo
que parecía fallido experimento
tras el sordo estallido del Big Bang.
Afirman avezados amantes de la ciencia,
viajeros abordando la cuántica mecánica,
que es sólo la vida un salto de niveles,
y los «cuantos» -generados por fotones-
enormes nanobigbanes de energía.
Ebullen entonces múltiples ideas
inundando laberintos del cerebro,
confrontando a Ariadnas y Teseos
contra ignotos y avezados Minotauros.
Y perdido en impenetrable encrucijada,
no imagino ese lugar desconocido
que contendría la esencia primigenia
y el origen incierto del humano.
Deduzco que vida sólo hay una
y una muerte solitaria que me reta,
una verdad que siempre me desnuda
y la espera que circundando se hace tarde,
la oscuridad que tanto me sorprende
y la sombra de mi mismo que me aterra.
De: REPOSANDO EN LAS ARISTAS DE LA TARDE
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