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Mujeres: princesas en decadencia. - Poemas de Gilberto Espinoza Hernández



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Categoría: Poemas de Amor
Mujeres: princesas en decadencia.
Poema publicado el 14 de Enero de 2011

Me gustan las mujeres que aun quieren ser princesas y se niegan a convertirse en sapos, porque mientras existan mujeres que todavía guarden modales de doncella, existiremos hombres que aun veremos importante el comportarnos como caballeros. Amo ala mujer que no compite con los hombres, porque sabe que el hombre jamás será su rival sino un complemento de ella misma. Respeto a la mujer que lucha por cada día ser mas mujer y en ningún sentido busca parecerse al hombre, pues muchas mujeres en su llamada liberación femenina, han cometido el error de imitar al varón, pero en los aspectos mas deprimentes de el. Es quizá que en esta conquista equivocada se fajaron los pantalones, se dieron el gusto o permiso de vivir aventuras sexuales de una noche, comenzaron a llevarse el cigarrillo a los labios, empezaron a maldecir en publico, se desinhibieron en bares y ahora las vemos dando penoso espectáculo, devolviendo el estomago en los baños o embrutecidas y semidesnudas sobre las mesas. Cometieron el error de querer ser como nosotros los hombres y ahora se dicen ¨weyes¨ de manera amistosa y permiten a sus amigos varones les digan wey sin darse cuenta que en lugar de mostrarles confianza o camaradería con esa palabra, lo que verdaderamente hacen es rebajarlas a niveles de bestias; pero muchas se ríen, pues ni siquiera se dan cuenta, las mujeres de la nueva generación decidieron  que el sueño de ser princesas era muy aburrido y esclavizante, así que cambiaron la corona por un pasamontañas y son ahora también delincuentes de alto impacto, servidores públicos podridos, conductoras irresponsables, reinas de belleza inducidas por el narco y hasta golpeadoras de la libertad a su semejante. Me encantan las mujeres que no quieren convertirse en hombres y llegan a la universidad con la firme intención de terminar con honores su carrera. Las que en lugar de demostrarnos que son capaces de beber media botella de tequila, nos demuestran que pueden dirigir centros de investigación y de bien común para la gente necesitada. Las que no buscan un buen partido para casarse sino que buscan ser un buen partido para que un buen hombre las merezca. Las que saben decir no, cuando NO es la única respuesta digna de una dama, aunque todo el mundo las tache de anticuadas. Pero sobre me gustan las  que perdonan y ven con ternura que nuestra egolatría e ignorancia nos hizo creer que el todopoderoso es padre, que el creador de el universo es varón, ya que considero insolente decir que el hombre es imagen y semejante de dios. Pues si dios es supremo, perfecto e infinito amor, entonces el dios en el que creo tendría que ser mujer, porque ama como una madre; su ternura con nada es comparable; su belleza no tiene igual; su buen gusto sin duda es magistral, sus encantos naturales son el extremo ideal. Y para mí, todas estas cualidades solo con la mujer se identifican. Por eso afirmo y si temor a equivocarme que, el único dios en el que puedo creer con certeza mujer tiene que ser.


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