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Leyenda - Poemas de Héctor Charry Restrepo.



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Leyenda
Poema publicado el 08 de Mayo de 2009


Cuentan que hubo una vez un hombre
que un día vió pasar el amor,
desde entonces su mirada es otra,
y ya no respira, tan solo suspira,
y a veces llora en silencio
sentado en una banca  del parque
o en la parada del autobús,
buscando en cada rostro que ve al pasar
los ojos del amor, los labios del poema,
y recordando aquella lejana mañana
en que por un instante le vio pasar...

Fue en una de esas mañanas
soleadas como tantas,
y tenía mil diligencias por hacer
y mil llamadas también por hacer,
y como siempre iba de afán,
sin tiempo ni para respirar,
porque él era un hombre importante,
de esos que hacen al mundo andar...

Aquella mañana tuvo el presentimiento
de que entonces la vida le sonreiría:
actitud positiva, mentalidad de triunfador,
y como siempre iba de afán,
sin tiempo ni para respirar...

Cuando de repente la vio allí,
sentada en la parada del autobús
ojeando un periódico distraídamente...
y quedó entonces atornillado al piso,
paralizado por un rayo helado,
mirándola fijamente
desde la acera del frente...

Diez minutos después
ella levantó la mirada y lo vio,
le llamó la atención, le sonrió,
entonces llegó el autobús,
y ella se subió y se marchó...

Y mientras arrancaba,
ella volvió la cabeza y de nuevo le sonrió,
le hizo un gesto amable arrugando la nariz
y el autobús se alejó
y él con la mirada lo siguió...

Y cuentan que de pronto,
reaccionando como una gacela,
arrojó su maletín al piso,
y echó a correr detrás del autobús
gritando y llamándola,
pero el autobús no se detuvo
ni ella lo escuchó...

Y corrió y corrió y corrió
hasta que el cansancio lo venció,
y se quedó allí parado
en medio de la avenida,
llorando como un niño solo
gritando amor, amor, amor,
aturdido por las bocinas y los pitos de los carros
sin ganas de volver al mundo real...

Y así fue como aquella mañana
él perdió el negocio de su vida
y vió escapar el amor de su vida...

Desde entonces cada día
desde hace cerca de veinte años,
a la misma hora y sin falta,
vuelve cada mañana
a aquella parada de autobús
y sueña con verla de pronto llegar
confundida entre los transeúntes,
pero nunca la vio regresar...

Era ella, era ella, se repite sin cesar...
Era ella, era ella, él lo sabía,
su corazón se lo decía...

Y así fue el día, el único día,
en que él conoció el amor,
como un relámpago fugaz
que iluminó su juventud
y hoy entibia su vejez...

Oh, el amor, el amor...
suspira sentado en la banca del paradero,
¿lo habrá encontrado ella
también en su camino?

Y... ¿de haberla alcanzado aquella mañana,
la amaría todavía?
Quizás no... la vida es así, el amor es así...
Qué suerte todavía amarla tanto
y no saber ni siquiera su nombre...


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