Tlatelolco
Poema publicado el 09 de Noviembre de 2009
Tlatelolco
El germen del mal fecundado
por la cobardía y el miedo;
como serpiente se escurre
sentenciando miles de almas;
de los inocentes que buscando
libertad marcharon en silencio,
en el día de mutilado calendario,
un 13 septiembre del lejano 1968.
Como traída por el viento
una hoja de ese calendario,
cae, golpeándonos el rostro
y vemos la mano del destino
que con precisión marca
18 de septiembre de 68,
día en que hambrienta
y vestida de color verde
la serpiente se mueve
para anidar por 12 días,
y enquistar huevos y fetidez
en la Ciudad Universitaria;
donde voces, valor y dignidad
gritando libertad le expulsaron.
Águila devorando una serpiente,
símbolo patrio que inspiró sueños;
a los mártires que inútilmente
el día 23 del mes de la doliente,
mancillada y avergonzada Patria,
luchando solos y sin armas
defendieron su amada casa:
¡El Casco de Santo Tomas!
ellos eran inexpertos en lucha,
aún en la del cuerpo a cuerpo,
solo llevan la razón por armas.
Buscando seguridad y albergue
dejaron el sólido y amado recinto,
la Escuela Superior de Economía,
se fueron a Ciencias Biológicas;
pero hábil y artera la serpiente,
fue tras ellos, escaló los muros
y llevó a las instalaciones;
tanques, metralletas y caballería
equipo de asalto tan necesario;
el enemigo esta bien armado;
portan pluma, lápiz y cuadernos.
La plaza de las tres culturas a lo lejos,
se despierta en el Eje Uno “Guerrero”
y la Avenida Ricardo Flores Magón;
con su rostro cubierto de esmog,
como un mudo testigo observa;
y recuerda con dolor su origen:
el gran mercado Tlatelolco
construido por el pueblo Mexica;
después la llegada del conquistador,
la espada y la cruz, derraman sangre,
miles de cuerpos mutilados en la plaza
ofrendan y riegan con sangre la tierra,
1521 el joven Cuauhtémoc, derrotado,
humillado ve su pueblo asesinado;
las profecías se han cumplido,
la conquista está consumada;
el origen de la plaza de las tres culturas
engendrado en la sangre y el crimen;
sangre de guerreros, mujeres y niños,
que como fresca lluvia besó la tierra;
luego la fría complicidad de templos,
catedrales, monumentos y palacios
ocultaran todo lo prehispánico;
escondieron el horror y el miedo.
Luego de siglos la historia regresa,
la moderna construcción de la Torre,
y conjunto habitacional de Tlatelolco.
Los tiempos y las profecías sumados,
como una maldición han de cumplirse:
y caen sobre la plaza de las tres culturas,
2 de octubre de 1968, cinco de la tarde,
la sangre tibia, vuelve a besar la tierra,
la ciudad escucha y ve pasar la muerte,
ahora camuflada en colores verde olivo;
pronto el color azul del cielo cambiará,
será de un rojo intenso, correrá sangre.
La serpiente fría, natural y profesional,
silenciosamente se arrastra y camufla,
ahora se convierte en batallón Olimpia,
llevan guante y pañuelo color blanco;
cínicamente portan el color de la paz,
con alevosía ganan honor y medallas.
En medio de la oscuridad, las balas,
ardientes y precisas buscan objetivos,
encuentran y queman los cuerpos,
fragmentan y rompen los huesos,
desgarran y queman las entrañas;
abren la tierna e indefensa carne,
y como palomas se van los sueños,
a buscar la protección de los cielos
Los gritos y lamentos del dolor y miedo
como lágrimas de niño, cubren la plaza,
la plaza llena de moribundos cuerpos,
ventajosamente torturados y mutilados;
la noche se ilumina con la luz de la luna
que como madre piadosa y abnegada,
besa con su nítido hálito de tibia luz,
los partidos y ensangrentados labios.
La misma luz en lágrimas derramadas,
por la conmovida y avergonzada luna
al llegar el arcabuz, la espada y la cruz
y los aliados del conquistador
a masacrar 4,000 inocentes Mexicas,
dedicados en el templo al culto divino;
y las armas entonces como hoy,
también ¡se vistieron de gloria!
La maldición de los dioses llegó,
como ángel de la muerte a Egipto,
y cayó sobre el Valle del Anahuac,
llevada y esparcida en el aliento
de la ronca voz del dios Ehecatl
que condenó al pueblo de Tlatelolco;
ahí crueles dioses a veces se reúnen
para beber la sangre de los inocentes:
La ciudad sin memoria viste de gala
su majestuoso traje de modernidad,
simbolizado en la Torre de Tlatelolco,
orgullo del Servicio Exterior Mexicano,
por ironía de la suerte o la muerte,
el Gobierno Mexicano firma en 1967
el desarme nuclear en América Latina
para que los países ¡Vivan en paz!;
y por ello con gran honor
el mundo entrega a México,
irónica o metafóricamente,
un doloroso octubre de 1982
¡El Premio Nóbel de la Paz!
Poema publicado en el libro Los Sueños del Alebrije
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Poema publicado el 09 de Noviembre de 2009
Tlatelolco
El germen del mal fecundado
por la cobardía y el miedo;
como serpiente se escurre
sentenciando miles de almas;
de los inocentes que buscando
libertad marcharon en silencio,
en el día de mutilado calendario,
un 13 septiembre del lejano 1968.
Como traída por el viento
una hoja de ese calendario,
cae, golpeándonos el rostro
y vemos la mano del destino
que con precisión marca
18 de septiembre de 68,
día en que hambrienta
y vestida de color verde
la serpiente se mueve
para anidar por 12 días,
y enquistar huevos y fetidez
en la Ciudad Universitaria;
donde voces, valor y dignidad
gritando libertad le expulsaron.
Águila devorando una serpiente,
símbolo patrio que inspiró sueños;
a los mártires que inútilmente
el día 23 del mes de la doliente,
mancillada y avergonzada Patria,
luchando solos y sin armas
defendieron su amada casa:
¡El Casco de Santo Tomas!
ellos eran inexpertos en lucha,
aún en la del cuerpo a cuerpo,
solo llevan la razón por armas.
Buscando seguridad y albergue
dejaron el sólido y amado recinto,
la Escuela Superior de Economía,
se fueron a Ciencias Biológicas;
pero hábil y artera la serpiente,
fue tras ellos, escaló los muros
y llevó a las instalaciones;
tanques, metralletas y caballería
equipo de asalto tan necesario;
el enemigo esta bien armado;
portan pluma, lápiz y cuadernos.
La plaza de las tres culturas a lo lejos,
se despierta en el Eje Uno “Guerrero”
y la Avenida Ricardo Flores Magón;
con su rostro cubierto de esmog,
como un mudo testigo observa;
y recuerda con dolor su origen:
el gran mercado Tlatelolco
construido por el pueblo Mexica;
después la llegada del conquistador,
la espada y la cruz, derraman sangre,
miles de cuerpos mutilados en la plaza
ofrendan y riegan con sangre la tierra,
1521 el joven Cuauhtémoc, derrotado,
humillado ve su pueblo asesinado;
las profecías se han cumplido,
la conquista está consumada;
el origen de la plaza de las tres culturas
engendrado en la sangre y el crimen;
sangre de guerreros, mujeres y niños,
que como fresca lluvia besó la tierra;
luego la fría complicidad de templos,
catedrales, monumentos y palacios
ocultaran todo lo prehispánico;
escondieron el horror y el miedo.
Luego de siglos la historia regresa,
la moderna construcción de la Torre,
y conjunto habitacional de Tlatelolco.
Los tiempos y las profecías sumados,
como una maldición han de cumplirse:
y caen sobre la plaza de las tres culturas,
2 de octubre de 1968, cinco de la tarde,
la sangre tibia, vuelve a besar la tierra,
la ciudad escucha y ve pasar la muerte,
ahora camuflada en colores verde olivo;
pronto el color azul del cielo cambiará,
será de un rojo intenso, correrá sangre.
La serpiente fría, natural y profesional,
silenciosamente se arrastra y camufla,
ahora se convierte en batallón Olimpia,
llevan guante y pañuelo color blanco;
cínicamente portan el color de la paz,
con alevosía ganan honor y medallas.
En medio de la oscuridad, las balas,
ardientes y precisas buscan objetivos,
encuentran y queman los cuerpos,
fragmentan y rompen los huesos,
desgarran y queman las entrañas;
abren la tierna e indefensa carne,
y como palomas se van los sueños,
a buscar la protección de los cielos
Los gritos y lamentos del dolor y miedo
como lágrimas de niño, cubren la plaza,
la plaza llena de moribundos cuerpos,
ventajosamente torturados y mutilados;
la noche se ilumina con la luz de la luna
que como madre piadosa y abnegada,
besa con su nítido hálito de tibia luz,
los partidos y ensangrentados labios.
La misma luz en lágrimas derramadas,
por la conmovida y avergonzada luna
al llegar el arcabuz, la espada y la cruz
y los aliados del conquistador
a masacrar 4,000 inocentes Mexicas,
dedicados en el templo al culto divino;
y las armas entonces como hoy,
también ¡se vistieron de gloria!
La maldición de los dioses llegó,
como ángel de la muerte a Egipto,
y cayó sobre el Valle del Anahuac,
llevada y esparcida en el aliento
de la ronca voz del dios Ehecatl
que condenó al pueblo de Tlatelolco;
ahí crueles dioses a veces se reúnen
para beber la sangre de los inocentes:
La ciudad sin memoria viste de gala
su majestuoso traje de modernidad,
simbolizado en la Torre de Tlatelolco,
orgullo del Servicio Exterior Mexicano,
por ironía de la suerte o la muerte,
el Gobierno Mexicano firma en 1967
el desarme nuclear en América Latina
para que los países ¡Vivan en paz!;
y por ello con gran honor
el mundo entrega a México,
irónica o metafóricamente,
un doloroso octubre de 1982
¡El Premio Nóbel de la Paz!
Poema publicado en el libro Los Sueños del Alebrije
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